Es por la mañana. Me revuelco entre las sábanas, enrredándome de tal manera que caigo en picado hacia el suelo. Junto conmigo el despertador y todo lo que la mesilla de noche sostenía ha caído conmigo, incluido un vaso lleno de zumo y dos tostadas recién hechas. Derramándose efectivamente, sobre mi pelo. Recién planchado. Y sí, estaba caliente, demasiado para mi gusto.
Volví la mirada a la cama. Ahora deshecha. Me levanto, apoyo mis manos contra el suelo. No puedo levantarme. El golpe ha sido más grave de lo que pensaba. Me duele la pierna yy...la cabeza. Intento pensar en otra cosa para que no me duela tanto. Pero me resulta casi imposible.
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